viernes, 21 de marzo de 2008

Una pista aérea monumental, junto a un complejo de ensueño


http://www.rionegro.com.ar/diario/2008/03/19/20083v19s22.php

Sorprende en plena estepa, cerca de Sierra Grande. Casi tan grande como Aeroparque. Lewis, "huésped de honor", dicen.

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BAHÍA DORADA. En medio del desierto, donde hace pocos años no había nada, Nicolás Van Ditmar, amigo y mano derecha del financista británico Joe Lewis, construyó una pista de 1.800 metros de largo y casi 5 millones de pesos, muy cerca de la costa. Para tener idea de la dimensión de la pista, un dato: la de Aeroparque, en la Capital Federal, tiene 2.100 metros.

Pero ¿para qué una pista de aterrizaje de grandes dimensiones en medio de la estepa?. Esa es la pregunta que muchos se hacen por estos días.

"Río Negro" estuvo en el lugar para pisar el firme terreno asfaltado, que desde el mes de febrero permite el aterrizaje de aviones de gran porte y para preguntar a los propietarios del lugar sobre los misterios que encierra esta faraónica obra que ya es un asunto nacional. Éste es el sueño de nuestra vida, lo soñamos y aquí estamos", dijo Vanesa Mazza, la esposa de Nicolás Van Ditmar. Mazza recibió a "Río Negro" en el campo rebautizado como Bahía Dorada. Aseguró: "Es el primer medio que viene a preguntarnos de qué se trata".

Si Bahía Dorada, a 20 kilómetros de Playas Doradas, ya tenía renombre por las viviendas de lujo que allí se levantan, cobró aún mayor notoriedad por la construcción de esta ostentosa pista de aterrizaje que no encuentra precedentes en la zona.

La pista asfaltada es realmente imponente. Posee 1.800 metros de largo por 30 de ancho y fue construida en 3 meses por la empresa Ingeniería y Arquitectura de Bahía Blanca, con un costo que supera los 4,5 millones de pesos. Está prolijamente cercada en toda su extensión, para que animales no pisen el asfalto que tantos millones costó.

Cada centímetro de la pista está preparado para recibir una capacidad de soporte de entre 800 y 1.000 kilos de carga. Tiene un espléndido hangar de 40 x 40 metros, revestido interiormente con un aislante y piso de epoxi, con capacidad para guardar allí un Jet de gran porte, pero que no cuenta con equipamiento de comunicaciones a la vista.

"El primer avión que pisó la pista fue de Silverio González, un piloto de Sierra Grande", recuerda Mazza. La mujer insistió una y mil veces que también está a disposición de quien la necesite, especialmente los de la vecina ciudad de Sierra Grande.

Los dueños del lugar niegan que la empresa provincial Viarse haya trabajado con máquinas en el lugar, como asegura una de las versiones que circuló con más fuerza en los últimos tiempos. De hecho, un colaborador opinó: "Si Viarse hubiera estado, difícilmente la obra se hubiese hecho en 3 meses".

A simple vista nada justificaría que una inversión privada en la costa rionegrina tenga razón de ser. Mucho más si se tiene en cuenta que Van Ditmar no tiene avión. Pero nada de esto hubiera sido posible sin la participación activa del jefe y amigo del matrimonio: el multimillonario británico Joe Lewis. Mazza aseguró que el matrimonio no tiene el poder adquisitivo como para levantar semejante estructura, pero sí admitió que "tenemos un 'Tío Rico, un padrino, un sponsor que nos dio una mano enorme para poder cumplir con nuestro sueño". Esa es para los dueños una buena razón para construir esta pista de aterrizaje privada, no comercial y de actividad sólo diurna. "Es una manera de recibir a nuestro jefe, le devolvemos con lo mejor que podemos, porque sin él nada hubiese sido posible", agregó la mujer.

La pista fue habilitada el 5 de febrero por el Comando de Regiones Aéreas, dependiente de la Región de Tránsito Aéreo de la Fuerza Aérea Argentina.

Distendida, la mujer expresó que, si bien el matrimonio tiene un buen pasar, Joe Lewis los ha ayudado. Pero aclaró: "No somos testaferros, esto es tierra de argentinos e incluso trabaja nuestra gente".

También son conscientes de las versiones que dan vueltas sobre los usos que puede tener la pista: contrabando, narcotráfico e incluso para vuelos a las Islas Malvinas en sólo dos horas. "Estamos ofendidos y nos entristecen esas versiones", expresó Vanesa.

Joe Lewis estuvo en noviembre del año pasado aquí, cuando aún no estaba la pista terminada, pero creen que la visita se repetirá al menos una vez al año. "Es un huésped de honor", dice Mazza. Y aunque no lo dice, está más que claro que todo está acondicionado para recibir a alguien acostumbrado a los lujos, como el camino de asfalto de un kilómetro que une la pista con la aldea o la casa principal, frente al mar, donde hay una pileta, césped artificial, un patio exterior bellísimo y dos grandes habitaciones, reservadas para el "jefe" cuando esté en el lugar.

MIGUEL VELÁZQUEZ

mvelazquez@rionegro.com.ar

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